jueves, 7 de febrero de 2013

Nuevas tecnologías, viejas miserias

Se despertó aquella mañana encantandora de depresión invernal y como llevaba ya muchas horas sin sufrir, se metió en Facebook. Acababan de subir las fotos de la última fiesta de moda, 'Pa moderna yo', a la que, por supuesto, había asistido tras pasarse la semana diciendo que no pensaba pisar ese antro de víboras. No se encontró en ninguna de las fotos, lo que le produjo un amago de úlcera duodenal. Calificó mentalmente de mamarrachas al 90% de las asistentes lo que no impidió que se reconociera a sí misma que se follaría a más de una y a más de dos. Aquella noche había otra fiesta más ,'Éramos pocas y parió la abuela' y confirmó que asistiría al evento sólo porque lo hacían todas y había que joder expectativas ajenas.
Abrió Whatsapp y acto seguido chequeó la última conexión de su exnovia. Como había sido hacía 12 minutos dedujo sin ningún género de dudas que ya estaba enrollada con alguna zorra tatuada y presunta diseñadora gráfica. Aprovechó la ola de indignación para mandarle un mensajito a una chica con la que se había liado la otra noche, una tia de Cuenca creía recordar, que ni siquiera le gustaba realmente. El doble check llegó y le pareció que la otra abusaba demasiado del icono del smiley con corazones en los ojos. La bloqueó el resto de la mañana.
Buscó en Google 'suicidio sin dolor' y después, como se sentía melodramática y con vida interior se puso a actualizar su blog 'MásciegaqueBorges' con un post donde mezclaba picardía, intelectualidad barata, crítica política y plagio.
Después estuvo escuchando en Spotify a Alicia Keys que es lo que realmente le molaba, aunque cuando puso la escucha en abierto cambió a Totally Enormous Extinct Dinosaurs y a Los Punsetes, que más que tocar música le tocaban a ella el coño, pero qué vamos a hacer.
Se hizo unas autofotos horrorosas que retocó con premura y subió a Instagram poniendo cara de "No se puede estar más loca y más demente para haber sacado de tu vida a alguien como yo" y estuvo recorriendo el desfile de fotos de cielos, zapatos molones y el puto cuenco de cereales o la ensalada de turno o lo que fuera que alguien había comido y consideraba digno de compartir con el mundo antes de cagarlo como corresponde.
En Twitter escribió "La felicidad es un estado mental de autoengaño, proyección y palomitas de microondas que se queman una y otra vez" y "No hay pan para tanto chorizo ni gato para tanta bollera" y se rió un rato consigo misma.
Tenía que ir a hacer la compra pero se le fue el tiempo bobalicona y raudamente viendo videos en Youtube, donde iba intercambiando videoclips polémicos con anuncios ingeniosos y con grabaciones ciudadanas de morbosa denuncia demagógica.
Abrió Skype, pero no para hablar con su hermana que estaba en Philadelpia (la ciudad) sino para practicar sexo operístico con una examante que jugaba con Philadelpia (el queso).
Luego se descargó una nueva aplicación que estaba causando furor: 'Calcula tus posibilidades de salir con Elena Anaya algún día' a partir de la introducción del índice de masa corporal, el conocimiento de la filmografía de Casavettes, la coincidencia alfabética con la línea genealógica de los reyes visigodos y la ronquera de Ferrán Adriá. Obtuvo de resultado "Muy escasa" pero le pareció alentador estar por encima de "Nula".
Miró sus mensajes en Badoo y Gaydargirls, que estaban más añejos que la entrepierna de Nefertiti. "Los seres limítrofes están en estas páginas de contactos buscando cazar peces dorados como yo, hay que joderse". Rechazó visceralmente todo lo que un día escogió y viceversa.
Se fue a la ducha.
Le mandó un Sms a su exnovia.
Se arrepintió.Así que mandó otro más seca, desdiciendo el anterior y luego otro matizando aquel y así, en espiral.
Tuvo una crisis de ansiedad antes de entrar en la ducha cuando el móvil se le quedó sin batería.
Todo el mundo actualizaba constantemente el presente, que pasaba a ser un pasado apenas respirado y odiado en el recuerdo futuro, posiblemente inventado, recreado o travesti.

"Qué tiempos aquellos de myspace, messenger y fotolog.." suspiró humanista y vagamente onanista, "...eso sí que era relacionarse bien y no esta mierda...".
Su gato se descojonó en su rincón.
Seguía lloviendo.
Se oyó un bip y su cerebro no era.




martes, 5 de febrero de 2013

Hazme el humor

Eran tiempos difíciles. 'Manolete' se había estrenado directamente en dvd. Vivía en una casa sin calefacción, los amantes del círculo polar. Era una chica más que alucinante, alucinada. Tomaba psicotrópicos para soportar las sintonías de los informativos. Una vez salió con un compositor de sintonías de telediarios. La cosa no cuajó. La nieve tampoco, aquel invierno. En el salón de su casa, mientras leía a Proust, sintiéndose muy sexy, le salía vaho por la boca y ella se quedaba pensando en qué es lo que hacen realmente con todos los envases de plástico que reciclamos. ¿Nos toman el pelo? El reciclaje es un concepto incompleto, como la pasión, se dijo, y lamentó que esos extraños aforismos sólo fueran escuchados por su ardilla. Estaba de moda tener ardillas,entre los modernos, aquella temporada. Su ardilla se llamaba Katherine y sabría abrir los botes de espárragos ella solita, con aquellas zarpas delicadas y temibles.
Estaba parada. En lo emocional, porque por lo demás era antropóloga-camarera. Camarera, vamos. Hacía aproximadamente un milenio que no se enamoraba de un ser humano. Se enamoraba de actrices, pero no era lo mismo. La última vez, había sido viendo 'Los tres días del cóndor' una peli coñazo sobre espías, como todas las pelis de espias, pero cuando apareció Faye Dunaway le tembló el pulso y se humedeció. Tuvo que echarse agua por la cara, queremos decir. Eran tiempos dificiles. Se decía que las mujeres necesitaban literatura erótica. Cómo no ser nihilista. El caso es que se había enamorado de Faye porque era guapa como un demonio y por las fotos que su personaje hacía en la película.  Se quedó viendo la historia pasar por ella, sin enterarse quién coño era el cóndor, quién el agente doble y quién la madre que parió al guionista.
Katherine comía una ensalada campera con sus manitas y ella pensaba en toda la gomina que había gastado Mario Conde a lo largo de su vida. Se le hacía insoportable. Por pensamientos así había estado en tratamiento, tratamiento que se suspendió por la afición al juego de su psicoterapeuta. Al juego sexual con los pacientes, claro.
Continuará. Eso se dice cuando se acaba el tiempo o la imaginación.
(Si hay cuentos sin sentido y besos sin lengua y bigotes sin pelo y leche sin lactosa...las aventuras de Chica y Katherine seguirán si la aclamación popular lo requiere)


viernes, 1 de febrero de 2013

Ven, por favor

"Como es justo, el Amor nunca es justo".

Estoy meditando.
La gran falacia occidental es ésa de que "el verdadero amor se da sin esperar nada a cambio". Un amor que no espera nada no sé si es amor, demencia, mecenazgo o transacción bursatil.
Demos y esperemos. Todo con bondad. Seamos justas en la valoración de lo que damos y de lo que esperamos. Autocrítica, ilusión.

Yo no debo de tener mucha idea. Persevero.

Teniendo en cuenta que soy un ser misterioso y complejamente acomplejado, pues yo qué sé.
Ayer medité largamente otra vez. Mientras pensaba en que me da más pereza rellenar los cubitos de los hielos, infinita, que esforzarme por un amor noble.

Leo "¿Hay en este opresivo ambiente algún resquicio que permita huir de la mentira y vaciedad que preside las relaciones humanas en la ciudad moderna? ¿Queda alguna forma de comunicación no distorsionada por el furor de la modernidad?". Me gusta este tío. Se llama Luis Arenas y su libro 'Fantasmas de la vida moderna'. En ocasiones leo ensayos pero jamás me veréis con zapatos de tacón. La frase "pero estilizan las piernas" me parece que viene directamente del fondo de la mente del ex director del FMI.
Las tias a ponernos incómodas con los tangas y los tacones, luchando luego por nuestros derechos. Estoy cabreada en general porque estoy cabreada conmigo. Y es lo que pasa.

Sacaré lo mejor de mí.
Que alguien no deje de creer.
Un poco de fe en mí.


Quedan 18 minutos para verte aparecer.
Se me encienden diminutas luces por dentro, entre las tinieblas.
Vaya frases.

Es todo tan jodidamente inabarcable.
Sigo.

El domingo es mi cumpleaños.
Quiero ser discreta en las celebraciones y valiente en las decisiones.
Pero encenderé una bengala por todos los sentimientos que quedan.
Ahí, intactos.
Yo estoy como John Berger, con la esperanza entre los dientes.



miércoles, 30 de enero de 2013

Sin más

Aviso a navegantes, lectoras y agricultores: estoy triste. Así que lo que escriba, que no sé bien qué va a ser y para qué, no va a ser la alegría de la huerta ni el jardín del edén ni cualquier otra metáfora más o menos vegetal.

El límite de la tristeza no lo ponemos nosotras, por mucho que nos empeñemos. El límite de la tristeza lo pone la propia tristeza, que es la que nos ensancha. Reprocharle a alguien su tristeza es como reprocharle a las olas su insistencia. La tristeza no es un pasatiempo ni una medida de lo vacuo que es el tiempo posmoderno.
Y digamos que, en todo caso, no es que me regodee, sino que me acompaño con cosas acorde a mi lamentable estado anímico. Eso de "no te regodees en la tristeza" me parece la frase de alguien que acaba de follar y se siente heroico por unos instantes. Venga ya.
Leo poemas de Zbigniew Herbert. Fogonazos de muerte. Heridas. Pérdidas.

"debo
echar una mirada a su interior
mirar qué lleva
dentro"

La sustancia del amor.

Voy escuchando el disco de Perfume Genius. Una apoteosis de la melancolía. Voy por las calles con mi pesadumbre y no siento la estética por ninguna parte. Esas notas me acompañan simplemente porque me permiten estar triste. Me gusta la vida y el arte cuando me permiten estar triste. Insisto.

Me quedo mucho rato mirando el cuadro de Bruegel 'Los apicultores', me siento inexpresiva como ellos, aunque ellos lleven sus cascos. Vacía de expresión.

Y esa foto de Dorothea Lange. Esa suciedad. Esa niña-niño. No sé qué pensar.

Pierdo dos años de vida cada vez que veo una paloma aplastada. No me explico cómo se puede atropellar a una paloma. No hablo de una explicación moral. Sino que no me lo explico. Me imagino que se suicidan las palomas. Se dejan atropellar.

Esto es una fiesta.

Leo una novela gráfica sobre la vida de Zelda Fitzgerald. A mí me cae bien, aunque es bastante insoportable. Pero plantaba cara. Y quería vivir intensamente. La historia no suele acabar bien, lo sabemos.

Desearía no haberle hecho daño a nadie.
Tener esa insoportable pureza.
Más que nunca quisiera tener las manos limpias.


miércoles, 23 de enero de 2013

Os prepararía el desayuno

Otra vez aquí. Tengo una falta de periodicidad tal que este blog frecuenta la inconstancia, el exceso y la carencia de una manera apasionante. He dormido en casa de mis padres, asumiendo que la treintena es la nueva adolescencia, las bolleras los nuevos hombres, los hombres los nuevos primates (por cierto,he leido en el periódico que un científico norteamericano busca una voluntaria intrépida para dar a luz a un neanderthal. No, no es de coña), los abuelos los nuevos proveedores, la nieve la nueva fe.
Nieva y no he podido venir en bici. Como soy muy audaz he decidido que sería demasiado fácil inclinarme por el folk para combinarlo con la natural melancolía blanca. Así que he decidido ponerme 'Outside' de Summer Camp (grupo que he descubierto, como tantas cosas, gracias a mi amada). Y qué bonito ha sido celebrar así la caida de los copos, con esa canción exaltada y feliz, mirando por la ventanilla del autobús los parques inmensos de esta ciudad cubiertos por la caspa de Dios. Venía pensando en tantas cosas. Venía pensando "que cuaje la nieve, que cuajen los sentimientos".
Mi madre me ha hecho el desayuno. Que te preparen el desayuno me parece una declaración de amor mayor que todos los versos de Garcilaso de la Vega. Mi madre es un ser incombustible y que mezcla perfectamente en su carácter las aristas con la ternura. 'Ternura' es una palabra a la que le cogí manía por culpa de Antonio Gala. Pero la rescato porque la necesitamos.

Hay gente que me lee en Argentina, en Alemania, en Costa Rica y no sé dónde más. No sé quiénes sois. No sé qué queréis. Si os pusiera cara y os quisiera tendría que empezar a averiguar qué tiempo hace en vuestras ciudades. Os voy a demostrar que puedo escribir sin contemplaciones y sin sentirme presionada. Ahora tengo la mente en blanco, que para eso nieva. Espero que estéis todas buenísimas y que limpiéis el microondas de vez en cuando. Os asombraría descubrir las pequeñas partículas de mierda variada que se quedan enganchadas al techo del microondas. Una constelación fascinante. Eso sí, limpiarla es la tortura más sofisticada que puede sucedernos, junto con abrirnos de piernas en el ginecólogo y que el individuo en cuestión tenga el cuajo de decirnos "pero no te pongas tensa, relájate". Me gustaría verlo a él de esa guisa, ofreciendo su coño como una flor abierta a los ojos de la medicina.
Ya me he perdido.

Laura D. ha estado viendo la segunda investidura de Obama. Estar en el centro del mundo es lo que tiene. Yo soy fan de Laura y tengo que confesar que me follaría a Obama. Me encanta cómo se mueve. No me extraña que, a pesar de las decepciones que luego nos provoca tras sus discursos épicos, tenga fascinados a los estadounidenses. Es puro swing.

Es miércoles, la Cuore me espera.

Os estoy mirando.
A todas.





(Adoro a este mono)


martes, 22 de enero de 2013

El tiempo envejece deprisa (no,no es mio)

¿Puede un hijo ser inconcebible?
¿Decimos que alguien es una mente torturada cuando se somete demasiado tiempo a la ejecución de sudokus?
¿Estar de vuelta del Amor es haber vuelto de Roma?

Empiezo así, porque me ha dado por ahí. Vosotras no me déis por ahí, a pesar de que Isabel Stoffel, de la que no paro de leer cosas en los medios, dice que a través del sexo anal ha encontrado a Dios. Qué pensará Dios del asunto es algo que no deberemos entrar a analizar. Pero parece que todo puede ser asunto artístico, el sexo anal, los tesoreros del PP, el clima y la ejecución de una paella mediterránea. Pues vale.

Como ya hemos asumido que yo leo por todas vosotras, os menciono los libros que voy a leer esta semana y así no hace falta ni que los busquéis en google.

-'Mis modelos de conducta', John Waters (Ed. Caja Negra)
-'Strindberg'  ,August Strindberg (Nórdica)
-'Saliendo de la estación de Atocha' , Ben Lerner (Mondadori)
-'La vida interior de las plantas de interior', Patricio Pron (Mondadori)
-'Karnaval' , Juan Francisco Ferré (Anagrama)

Qué de dónde saco tiempo para leer. Venga, preguntádmelo. Es la pregunta que más me hacen junto a "¿Hacéis fotocopias?". Esto ya lo he contado otras veces, pero estoy obsesionada, un día calculé que juntando todos los minutos de mi vida respondiendo a esa pregunta habré pasado 1 año, 5 meses y 27 días diciendo como mi adorada Amy Winehouse, cuya muerte no he superado, como la de Milikito, diciendo "No no noooo".

Cuando vuelvo de Madrid, mi corazón se resiente, pero mi neurastenia se beneficia. Creo que, definitivamente, soy de pueblo. Adoro las calles vacías, que la gente tire los papeles en la papelera, escuchar las campanas, ir en bici sin miedo a acabar embestida y con la cadera rota por un oficinista con ínfulas modernas que conduce un Clío, sentir que pertenezco a la ciudad y no al revés, que es como tratan en las grandes ciudades a sus espacios. Este discurso no sé si es provinciano o metálico, trasnochado o madrugador. Es lo que siento. Y lo que siento es lo que más me importa del mundo. El pensamiento es verdugo de las emociones.

Mi amor, en Munich.
Ahora me toca mirar el tiempo de Munich. Cuando son las 13: 48, 2º grados en Munich. Me importa mucho la temperatura. Me importa saber el tiempo, como a las abuelas, porque el tiempo nos rodea. El cielo y lo que viene de él me parece muy poderoso. Abrígate.

Me gustaría fascinaros, pero, francamente, prefiero que me queráis. La fascinación es a los sentimientos lo que la lentejuela al textil.
Lentejuela es una palabra que me ha dado vergüenza escribir y que, encima, me ha dado hambre.
¿Es la lentejuela la legumbre preferida de los diseñadores?
Viva el chiste fácil y la literatura difícil.

Os voy a dejar porque la librería cierra.
He estado leyendo a Shakespeare hace un rato:

"mi amor es el que me mantiene en vilo".

Me tenéis en vilo.
Y que así sea.


Está entrada está dedicada a Sara M. y Sara N., auténticas hacedoras de belleza.


martes, 15 de enero de 2013

La lluvia, el amor y un pájaro carpintero

Y anoche, hacia las 10, majestuosa como Ava Gardner en 'Mogambo', hizo su aparición la nieve. La fascinación de ese silencio y del cielo lechoso. La sensación de que la Naturaleza es más potente que cualquier espectáculo que creemos los humanos. No quiero parecer una documentalista mística. Pero la nieve me arrebata más que a Santa Teresa el aliento de Dios.

Pero la lluvia salvaje ha vencido.
Llueve y llueve y llueve. Y seguimos para bingo.

Cambiando de tema, que es una cosa en la que tengo cierta especialización, he estado leyendo el segundo libro que recopila las viñetas de El Roto en El País. Yo a este señor le daría el Premio Nobel de Literatura y no va en broma. Su genialidad no tiene parangón. Parangón, esa palabra que nadie sabe qué coño es.
Y me quedo maravillada con la primera viñeta, donde un señor sentado en lo alto de una farola, dice: "La identidad nos la construyen sobre el olvido de lo que somos". Precioso y exacto, como un copo de nieve.
Y ayer todas vimos a Jodie Foster recordar su identidad ante el Hollywood neoliberal. Y qué bien.

Hay un comercial de una distribuidora que siempre que viene me llama "begihaundi", que en euskera, para todas aquellas que sólo sabéis decir "agur" y "euskalherria askatu", significa "ojos grandes".
Acaba de estar y me lo acaba de decir mientras yo os escribía y las corrientes de agua emitían sonidos como de ratones correteando por el desván de Emily Dickinson, y como siempre ante los piropos de los hombres, yo he asentido entre avergonzada e hierática como Cleopatra. Es como que a los tios les concedes el microcrédito de tu campo visual durante 10 segundos. Él me mira y yo, Ojos Grandes, le concedo la magnanimidad de mi indiferencia vaginal.

Más libros. A tope con los libros siempre. Casanova de los libros, quiero conquistarlos a todos.
Ya he recomendado a dos lectoras de este blog un libro maravilloso que estoy leyendo y ahora quiero hacerlo extensible a todas. 'Hacer extensible a', que Kafka me perdone estas expresiones hechas, como la fabada de lata. El libro se titula 'Naturaleza muerta con pájaro carpintero' editado por Alfabia, una de mis editoriales preferidas entre las pequeñas o independientes si es que la independencia existe, debate en el que no vamos a entrar, como en determinadas discotecas. El autor es Tom Robbins, señor al que no entiendo cómo no me han permitido conocer antes en mis 36 años. Es uno de los libros más sorprendentes que he leido en mucho tiempo. Divertidísimo, inteligente a rabiar y sobre todo, poético, sí. Cuando un libro tiene esas tres cosas, yo me vuelvo loca. Es la historia de amor delirante entre una princesa imperfectamente perfecta y un honesto proscrito de la ley. Su historia, rodeada de salvajismo, política, ecología y un permanente absurdo, está marcada por una constante: ¿cómo conseguir que el amor dure?
Y este es mi interrogante principal en la vida, así que esta novela es para mí y quiero que sea para vosotras.
No puedo resistirme a copiaros un fragmento de un diálogo entre la pareja en torno a esa cuestión del amor y su posibilidad de triunfo:

"Las conclusiones son:
a)la gente no es perfecta, pero el amor puede serlo
b)el amor es lo único que puede transformar lo vil y lo mediocre
c)hacer uso del amor da como resultado más amor.
Amar produce amor. El amor se da a sí mismo. Perdemos el tiempo buscando el amante perfecto en lugar de crear el amor perfecto. ¿No será esa la manera de hacer que el amor dure?"

Os dejo con esa reflexión.
Y con ese detalle tan bonito de El jardín de las delicias, donde el Bosco fue el primero en representar la burbuja del amor.






Vamos dentro.
Vamos todas.